Stephania Rovira Ochoa, egresada de la entonces llamada Licenciatura en Educación básica con énfasis en humanidades: español y lenguas extranjeras, decidió cruzar las fronteras y llevar su conocimiento a las aulas de Luxemburgo, un pequeño país en el noroeste de Europa.
Antes de terminar su licenciatura, Stephania quería salir del país para conocer otras culturas; considerando sus recursos y posibilidades, estableció que trabajar como niñera era la única opción viable, así que optó por irse a Francia durante un año para cuidar niños y niñas y perfeccionar su francés.
Posteriormente, regresó a Bogotá a culminar sus estudios de pregrado y después de obtener su título, de nuevo quiso buscar otras experiencias de vida en el exterior, esta vez el destino elegido fue Alemania, en donde vivió un año en una casa de familia y tuvo la oportunidad de trabajar en una escuela de educación especial y, además, aprender el idioma del país.
Su gran disciplina y pasión por la academia la llevó a emprender la búsqueda de un programa de maestría que llenara sus expectativas, un proceso que no fue fácil pues requería de algunos requisitos tanto económicos como académicos que no eran sencillos de cumplir. “Alguien cercano me sugirió contemplar la opción de la Universidad de Luxemburgo, consulté y conocí la Maestría de aprendizaje y comunicación en contextos multiculturales y multilingüísticos; la impartían en tres lenguas: inglés, francés y alemán; combinaba la educación con el desarrollo lingüístico; era perfecta para mí, era lo que soñaba”, agregó Stephania.
Su trabajo de grado para obtener su título de maestría abordó la práctica de cocinar o comer en grupo como una herramienta para crear vínculos socioemocionales con personas con quienes no se comparten lazos sanguíneos. “Mi mamá siempre cocinó e invitó vecinos y amigos a mi casa, mientras crecíamos, y esto me inspiró a escribir mi tesis sobre este tema”, nos narró.
A sus profesores les llamó la atención la propuesta, puesto que en Luxemburgo no hay muchas iniciativas para cocinar colectivamente o para comer con otras personas. Además, era un tema no convencional, pues regularmente las investigaciones se centran en el aspecto lingüístico, en las políticas de lenguaje o en la identidad cultural, entre otros tópicos. Consideraron interesante cómo desde este enfoque se genera un sentido de pertenencia, lo cual tiene un impacto en la construcción de comunidad y de trabajo colectivo. Esto la llevó a ser merecedora del premio llamado “Translating culture prize” otorgado por esta institución y el Parlamento Europeo a la mejor tesis de este posgrado.
Stephania resalta que el origen socioeconómico no es una limitante para cumplir los sueños, pues a pesar de hacer parte de una familia sin muchos recursos económicos de San Cristóbal Sur en Bogotá, logró estudiar y conocer otros países. “Hubo gente que creyó en mí, mi mamá con quien estoy profundamente agradecida, mis profesores y yo también creí en mí, simplemente es cuestión de derribar las barreras mentales”, dijo al respecto.
En su concepto, lo más importante para un maestro es creer en sus estudiantes y verbalizar este apoyo frente a ellos, ya que esto puede cambiar la vida de una persona, así como se transformó la de ella hace unos años cuando sus docentes en las aulas de la UPN le aseguraron que no había ningún impedimento para que su meta de salir de Colombia fuera alcanzada.